
Las gambas al ajillo es uno de los platos estrella de la gastronomía española que mezcla dos ingredientes deliciosos como son el ajo y las gambas, uno de los mariscos más deseados y demandados de todos, es por eso que desde Imperio Garlic queremos compartir con vosotros la receta de la gambas al ajillo, un plato sabroso, saludable y que nos conectará con la comida mediterránea, ideal para los días de primavera y verano calurosos que se aproximan y para ser degustado en una terraza con la brisa marina, al igual que ya compartimos en su día cómo hacer ajos caramelizados.
Antes de empezar
A la hora de comprar las gambas podemos decidirnos tanto por las congeladas como por las frescas. En general, dado que el ajo es un ingrediente con mucho gusto y que les dará sabor, no es necesario contar con una gamba que esté excelente, por eso apostar por la congelada no tiene por qué suponer ningún problema. Sin embargo, si compramos gamba congelada tenemos que esperar a que se descongele bien antes de empezar a preparar el plato.
Qué necesitamos para hacer las gambas al ajillo
- 1 kg. de gambas (congeladas o frescas)
- 20 dientes de ajos Imperio, para tener los mejores
- 2 guindillas secas
- Aceite de oliva virgen
- Sal y pimienta
Cómo preparar las gambas al ajillo
Primero limpiamos las gambas, tanto si son frescas como congeladas, procediendo no sólo a pelarlas sino también retirarles tanto la cabeza como el intestino; sazonamos con sal al gusto y reservamos. Después, en una cazuela (idealmente de barro) echamos el aceite de oliva con las guindillas.
Pelamos los dientes de ajo y los cortamos en rodajas finas. Después, estos dientes de ajo laminados los ponemos a calentar y a dorar en el aceite; no queremos que nos den un sabor a quemado, sólo que se doren, por lo que los retiramos cuando estén casi “chips”. Después, echaremos las gambas escurridas al aceite, aumentamos la temperatura y echamos sal y pimienta al gusto. Veréis como en cosa de un minuto el aceite habrá cambiado de color dado que la gamba suelta su propio caldo. Luego añadiremos las guindillas y los ajos removiendo y haciendo que ambos sabores se junten y retiramos del fuego en cuanto la gamba esté en su punto de cocción y servimos inmediatamente, preferiblemente con pan y con un buen vino blanco frío. ¡Ideal para el verano!